Felices Para Siempre

Por David Jones

Jack y Jane se sientan en lugares separados en el sillón. Una fría indiferencia de un lado, por el otro enojo e irritabilidad. Como un último paso ante un inminente divorcio, ahora ellos se encuentran sentados en mi oficina de terapias como unos extraños que ya no se aman. El resultado de lo que alguna vez fue un vivo romance. Pero, ¿cómo comenzó todo?

Remontémonos unos años al pasado en el momento en el que esta pareja se miró por primera vez el uno al otro. El comienza presumiendo frente a sus amigos por el pasillo, mientras ella camina en dirección contraria, cabizbaja llevando sus libros. Sus caminos se cruzan cuando él choca bruscamente con ella, tirándole los libros al piso. Él se arrodilla para ayudarla y alcanza a tener una vislumbre de su atractiva figura mientras ella tímidamente al alzar la mirada es obligada a retroceder por su imponente presencia y ojos penetrantes. Todo empezó con una mirada, o en realidad con una larga y fija mirada. Ella lo ve y él la ve, es un torrente de calor, un cambio inexplicable del ritmo del corazón el cual les da la sensación de que sus pies han dejado el suelo, hasta su respiración es diferente. Comienzan a creer que, por fin, la vida tiene significado, o la ha perdido.

Jane reflexiona, como si fuese sacado de una novela romántica, si el perfecto calor del sol en la piel y su luminosidad en los ojos tuviera sabor, seguramente esta podría serlo – ¿ha encontrado a su príncipe? 

Mientras Jack le pregunta su nombre sus oídos parecen resonarles, disipando otros sonidos. Su piel parece calentarse y estremecerse, haciéndole volverse débil y obvio, sin mencionar torpe. Sus pensamientos se apresuran con una calma inexplicable que casi crea la sensación de que los dos están perdiendo la cabeza. Están enamorados. Y vivirán felices para siempre, por lo menos es así como las películas continúan.

Los dos comienzan a creer que, por último, la vida ha tenido significado, o la ha perdido.

Esta experiencia no es única de Jack y Jane. Diney, Hollywood, los anunciantes, y aun la industria de entretenimiento para adultos todos parecen haberse adentrado a esta experiencia vital humana: amor y conexión. 

En un nivel biológico, hay tres componentes en función cuando nos “enamoramos”.

  1.  Serotonina: una hormona que nos hace sentir satisfechos cuando hay abundancia, y obsesionado cuando hay deficiencia. Inmediatamente después del encuentro en el cual nos “enamoramos”, los niveles de serotonina caen, creando la necesidad de tener más y más de la otra persona. Este neurotransmisor es relacionado también con comer en exceso y el Trastorno obsesivo-compulsivo (ver Baumgarten, Grozdanovic, 1998)
  2.  Oxitocina: nuestra hormona del “abrazo” que nos permite sentirnos salvos y seguros cuando estamos ligados/apegados a nuestro objeto de afecto (Johnson, 2013). 
  3. Norepinefrina y dopamina: estas dos son neurotransmisores responsables de recompensar cualquier esfuerzo por buscar una pareja, y por generar una alta motivación, emoción, e inquietud. La dopamina es un conocido químico de placer que estimula una “euforia” o una corriente de adrenalina. Sin embargo puede también ocasionar una elevación de la ansiedad, y una híper excitación parecida a la cocaína o anfetaminas (Fisher, 2005 como es citado en Popova, 2015)

Cuando alguien se enamora, todas estas sustancias están a su más alto nivel todo el tiempo, gritando lo que la Biblia nos ha dicho desde el principio: “No es bueno que el [humano] este solo (Génesis 2:18).” Necesitamos “otro”. Crecer en esta cultura, en esta época, con este deseo por el amor y conexión no está debilitándose, sino fortaleciendo. Las investigaciones nos muestran que hay una conexión entre el afecto físico apropiado limitado, y la experiencia temprana con la actividad sexual (Field, 2003). De jóvenes, somos más propensos a buscar relaciones íntimas físicas prematuramente si contamos con vínculos familiares y sociales carentes de significado (Field, 2003). Esto incluye el vínculo atreves del contacto físico. Entre menos afecto físico en la casa, más incontenible la necesidad de buscarlo en algún otro lado.

Disney, Hollywood, los anunciantes, y aun la industria de entretenimiento para adultos todos parecen haberse adentrado a esta experiencia vital humana del amor.

De hecho de acuerdo con Field (2003) el contacto físico apropiado es esencial en la niñez. Las caricias que un bebe recibe de sus padres, o el suave masaje que un niño recibe en la espalda por parte de mamá o papá después de un día difícil impacta su cerebro y desarrollo físico, incluyendo su habilidad para tomar decisiones sociales y morales. Nuestra piel viene a ser un órgano social (Linden, 2015). El tacto está ligado a las emociones, las cuales a su vez están ligadas al razonamiento moral. El razonamiento moral es imperativo en las relaciones. A los niños que se les toca más seguido son menos propensos a ser agresivos, impulsivos, o de otra manera afligidos (Field, 2003, and Johnson, 2013).

Todavía aún más, el toque apropiado puede estimular la inmunidad, aminorar el tiempo de recuperación de una enfermedad, reducir la depresión y la ansiedad, así como promover un bienestar físico y psicológico general (Massage Therapy Abstracts, 2010-2014). ¿Pero qué sucede cuando esto se pierde? En realidad mucho. Como todos sabemos, la vida es difícilmente perfecta, y muchas familias son excepto felices para siempre.

Según las estadísticas, se ha encontrado que en los hogares que han sufrido abandono y abuso en la niñez temprana son precursores comunes para matrimonios disfuncionales y familias rotas. En el estudio de Experiencias Infantiles Adversas (ACE, por sus siglas en inglés), las personas que tuvieron experiencias en su infancia que oscilaban desde abuso físico y abandono, hasta conflicto marital y divorcio tuvieron un sorprendente número de efectos secundarios más tarde en la vida, incluidos: aumento de problemas de cáncer, ataques cardiacos, corta esperanza de vida, aumento de promiscuidad, relaciones disfuncionales y relaciones sexuales antes del matrimonio ((Gilbert, Breiding, Merrick, Parks, Thompson, Dhingra, Ford, 2010; Felitti, Anda, Nordenberg, Williamson, Spitz, Edwards, Koss, Marks, 1998; Felitti, 2009).

Sigue tu Corazón

Dado estas experiencias, somos más propensos a desear conexiones de amor, aunque tristemente, este marco nos coloca en desventaja para encontrarlos. En cambio, somos más vulnerables a la decepción (Johnson, 2013). Esta poderoso necesidad por el amor y conexión es la razón por qué las historias románticas, películas, comerciales provocativos sexuales y medios de comunicación nunca desaparecerán hasta que Jesús regrese. La necesidad es demasiado fuerte, y la habilidad de beneficiarse de esta necesidad básica es demasiada atractiva para que los comerciantes lo dejen pasar. Esto no significa que cada libro y película sale por allí con intención maliciosa, pero si levanta algunas preguntas: ¿Se nos ha dado gato por liebre acerca de lo que es el verdadero amor? ¿Se nos ha engañado en cuanto a cómo satisfacer esta necesidad, o cómo resolver este problema fundamental (soledad, vacío, satisfacción)? (ver Ezequiel 28:12-19).

Disney y otras versiones de cuentos de hadas acerca de historias de amor presentan fantasías sobre vivir felices para siempre. Estas historias giran alrededor de infatuaciones románticas sin explicación, aun cuando la mayoría de la relaciones en las que nos comprometemos no son románticas (p. ej., la familia). Notaras que muchos tramas se enfocan solamente en relaciones íntimas y maritales como si esta es la solución para el problema de la soledad/vacío que todos enfrentamos – como si esta relación que abarca todo llenará cada una de nuestras necesidades. ¿Qué tan frecuente una historia termina con alguien reconciliándose con sus padres? ¿O termina con la chica finalmente encontrando relaciones reales? ¿O con el actor/actriz principal encontrando a Dios? Todo esto sucede a veces, pero difícilmente son el objetivo principal.

Las tramas van algo así cuando son dirigidas hacia una audiencia femenil de jóvenes: “No debería amarlo pero lo hago. Después de todo, él es un sapo, un vampiro, una llama o una bestia propiamente dicho. Pero puedo ver lo bueno en él, y hacerlo relucir sí solo soy lo suficientemente linda, suficientemente atractiva, suficientemente agradable, suficientemente cariñosa, suficientemente generosa, suficientemente abierta, suficientemente amorosa, etc. Entonces puedo transformarlo y hacer que me ame, hacer que me aprecie y podamos vivir felices para siempre.”

Por la parte masculina es difícilmente mejor, ya sea presentado en películas de acción o el fenómeno ampliamente difundido de la pornografía. La trama (si en realidad la hay) va algo así: “Ella es perfecta, y la deseo. La puedo tener si la rescato. Si soy lo suficientemente fuerte, suficientemente encantador, manejo la situación lo suficiente, suficientemente inteligente, suficientemente convincente, suficientemente imponente, suficientemente autoritario, entonces ella disfrutará complacerme todo el tiempo y viviremos felices para siempre.”

La Secuela

Cuando la Jane de Disney se casó con el Jack de las películas de acción, su relación estaba en llamas, pasión y una confusión de besos y abrazos.  Pero esto acabo con una pérdida de interés de parte de él y un ruego molestoso de parte de ella. Ella dice que él es frío y distante. Él dice que ella es crítica y exige lo imposible. Ella está herida por su falta de voluntad para “amarla de la manera correcta” y él está insatisfecho con ella por su incapacidad para “mantenerlo interesado y entusiasmado”. Todo eso mientras que el problema real es que la idea que tiene el uno del otro y de ellos mismos no es la correcta. No conocen que es lo que necesitan de ellos, ni tampoco lo que la otra persona es en realidad capaz de dar. Lo más difícil de esta “secuela” es que la persona de la que te enamoras (especialmente tu primer amor) sigue siendo parte de ti. Mientras que no es imposible de sanar por completo, es imposible alejarse sin cicatrices. ¿Por qué? Porque si la relación avanza a una profunda intimidad emocional, y/o una relación sexual, los dos se convierten en “una sola carne” (Génesis 2:24). Alguna vez alguien me dio una maravillosa ilustración sobre esto: haber tenido un encuentro sexual y romper es como pegar cuidadosamente dos piezas de papel, una sobre la otra, y después intentar separarlas desgarrándolas. Puedes intentar esto, pero ni una de las dos sale sin ningún daño.

Pero este no es el final para Jack ni Jane. El tiempo puede perderse, las cicatrices pueden quedarse atrás, pero como cicatrices normales, aquellas no necesariamente tienen que resultar en pérdidas serias de funciones. Ellas si tienen un precio, pero si las traemos a Dios, Él pude sanarnos. Él pude obrar algo bueno de la decepción, aunque por su puesto esto no es un permiso para caer en relaciones pecaminosas futuras (ver Génesis 50:20, Romanos 8:28, Romanos 5:20, Romanos 6:1-2).

Tal vez, Jack y Jane se reconcilien al recordar lo que verdaderamente aman del uno al otro, al reconsiderar expectativas, al sanar viejas heridas y relaciones familiares, al conocerse el uno al otro una vez más y decidir permanecer casados después de todo. Tal vez sigan adelante, pero en cualquier caso no es el fin.

La comprensión de que amamos a Dios porque Él nos amó primero llena el vacío en nuestros corazones como nada ni nadie más puede hacerlo.

La Solución: Hay cuatro puntos claves en cuanto a la solución se trata.

  1. No despiertes al amor antes de que esté listo (ver Cantar de los Cantares 2:7, 3:5, y 8:4). ¿Cómo sabemos que ya estamos listos para el sexo y el matrimonio? Si miramos plenamente a la biología, entonces la respuesta más sensata sería cuando estemos listos para tener y criar hijos en un ambiente saludable. Mientras que las personas podrían estar en desacuerdo acerca de los detalles de la sexualidad y la expresión del mismo, deben entender que ser padre es una responsabilidad que involucra más que solo madurez física. Biológicamente, este requisito tiene sentido porque el sexo es, por lo menos en parte, el cumplimiento del llamado a “Fructificar y multiplicarnos” (Génesis 1:28). Si miramos con mayor profundidad la comprensión bíblica de sexo y matrimonio, para poder estar listos la persona debe “conocer” a la otra. Esto tiene implicaciones que son muy difíciles de resumir y justificar. Tanto mi experiencia como terapeuta y ser humano me han enseñado los principios bíblicos que se encuentran en 1 de Corintios 13:12 “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.” Un principio que se expresa aquí es que nosotros vemos a los demás tan claro como nos vemos a nosotros mismos. Mi experiencia me ha enseñado que las personas que se conocen bien a ellas mismas son capaces de verdaderamente conocer a otras. Además, debido a que deberíamos conocernos a nosotros mismos, es importante reconocer que nuestros cambios más drásticos ocurren en nuestros años formativos (aproximadamente de 0 a 23 años). El vínculo directo entre nuestro cerebro y el desarrollo de la personalidad es obvia ya que no somos totalmente la misma persona que solíamos ser de niños. Aquellos que continúan en desarrollo a lo largo de su vida voltearán y se darán cuenta cuanto han cambiado desde la preparatoria. Aún más, sabemos que el cerebro no culmina su desarrollo hasta que nos encontramos en algún momento de entre los 25 a 30 años. Interesantemente, las Escrituras están llenas de esto, es por eso que los sacerdotes no podían ejercer su servicio hasta que tuvieran 25 años, y aquellos que se les llamó en la niñez en Israel tenían 19 años y menos (ver Números 8:24, y Números 14:29). Aunque es verdad que hay personas que maduran temprano en la vida, debería ser bastante claro que esperar hasta tener por lo menos la edad legal para casarnos o después es lo mejor. Llegar a conocer a otra persona toma tiempo. Afortunadamente, cuando hay esa atracción/infatuación inicial, ¡esto hace al proceso agradable! Nosotros verdaderamente disfrutamos aprender de la otra persona, y tomar nuestro tiempo es crucial, así podemos determinar si lo que aprendemos de la otra persona es un factor decisivo para continuar. Como una dieta nueva, deberíamos disfrutar su sabor y cómo nos sentimos después (y tal vez hasta cómo esta nuestra apariencia). Recuerda, el matrimonio no se base en sentimientos solamente, sino en conocer. Las otras soluciones que siguen se encuentran relacionadas. 
  2. Nosotros debemos amara a Dios en primer lugar y por sobre todas las cosas (Deuteronomio 6:5). En Génesis aprendemos que Dios fue la primera persona que tanto Adán como Eva tuvieron que conocer. Adán fue creado primero y habló con Dios antes de que Eva fuese creada. Eva fue creada mientras Adán dormía y Dios la trajo ante Adán más tarde. Ellos tuvieron una relación con Dios antes de tener una relación entre ellos mismos. Este orden tiene aún más sentido cuando nos damos cuenta que el proceso de conocer a Dios nos enseña bastante acerca de nosotros mismos. Noten este versículo en Hebreos 4:12: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” A través de la lectura de Su palabra nos percatamos de cuanto Él nos ama, y a su vez también comenzamos a amarlo. 1 Juan 4:19 dice: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” La comprensión de este hecho llena el vacío en nuestros corazones como nadie lo puede hacer. Por lo tanto, llegar a conocer a Dios nos conduce a amarlo, y en última instancia a tener mayor paz en y con nosotros mismos.
  3. Tenemos que amarnos los unos a otros. En un sentido amplio, las personas que encuentran difícil amar a otras en un contexto fuera de lo romántico (ej. La familia) tienden a tener dificultades haciéndolo en relaciones de intimidad. El amor que debemos tener entre nosotros tiene que ser reciproco [Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Marcos 12:31)]. De hecho, Pablo nos anima a que “no debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros” (Romanos 13:8). Pablo señala que siempre estamos en deuda para mostrar amor los unos a otros. En una relación saludable, cada persona está constantemente obligada a tratar de mostrar cuanto ama a la otra persona en la no hay una cuota a cubrir.
  4. Por último, el amor tiene que ser lícito. “(…) porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.” (Romanos 13:8). La Biblia es clara al decir que el amor verdadero es lícito. Esto tiene sentido. Si estas en una relación o casado con alguien, siempre hay condiciones (Dios le llama a Sus condiciones leyes). Por ejemplo, la mayoría de la gente espera fidelidad (sin engaños), ser tratadas con amor y respeto (ej. mostrar amabilidad y no herir) y únicamente tener relaciones sexuales con consentimiento. Todas las relaciones tienen reglas, porque las personas tienen sentimientos. Por lo general esperamos ser felices y amados, y eso requiere condiciones por definición, ya que todos nosotros tenemos preferencias, gustos y disgustos. Lo mismo ocurre con Dios y Él también tiene sus reglas. Las Sagradas Escrituras resumen la conexión entre la ley y el amor en estos dos versos: “En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.” (1Juan 5:2, 3)  

Si te has encontrado en la situación de Jack y Jane, tanto con un deseo único por amar a alguien, o con una infatuación inicial, oro para que este breve resumen a la luz del entretenimiento, necesidades biológicas y emocionales, así como la Palabra de Dios puedan ser de bendición para ti.

Fuentes:

  1. David Jones, MA, LMFT, NCC es un médico de práctica privada, y es el Director Clínico en una división local de una cooperación de salud conductual a nivel nacional en el norte de Nevada. David es, más importante, un ministro laico.
  2. Baumgarten HG, Grozdanovic Z. (1998). Papel de la serotonina en el trastorno obsesivo compulsivo. Br J Psychiatry Suppl. 1998; (35): 13-20.
  3. Felitti, V. (2009). Experiencias infantiles adversas y salud adulta. Acad Pediatr. 2009; 9: 131-132.
  4. Felitti VJ, Anda RF, Nordenberg D, Williamson DF, Spitz AM, Edwards V, Koss MP, Marks JS. (1998) Relación del abuso infantil y la disfunción familiar con muchas de las principales causas de muerte en adultos: el estudio de experiencias adversas en la infancia (ECA). Am J Prev Med. 1998; 14: 245-258.
  5. Field, T. M. (2003). Toque. Cambridge, Massachusetts: MIT.
  6. Fisher, H. (2005). Por qué amamos: la naturaleza y la química del amor romántico. Nueva York, NY: H. Holt. (como se cita en Popova, M. (2015, 17 de septiembre). Este es tu cerebro sobre el amor. Obtenido el 29 de mayo de 2017, de https://www.brainpickings.org/2010/06/11/your-brain-on -amor/)
  7. Gilbert LK, Breiding MJ, Merrick MT, Parks SE, Thompson WW, Dhingra SS, Ford DC (2010). La adversidad infantil y la enfermedad crónica en adultos: una actualización de diez estados y el Distrito de Columbia, 2010. Am J Prev Med. 2015; 48 (3): 345-9.
  8. Johnson, SM. (2013). Sentido del amor: la nueva ciencia revolucionaria de las relaciones románticas. Nueva York: Little, Brown and Company.
  9. Linden, DJ. (2015). Toque: la ciencia de la mano, el corazón y la mente. Nueva York, NY: Penguin Group.
  10. Touch Research Institute: resúmenes de investigación: RESÚMENES DE TERAPIA DE MASAJE (2010-2014). (Dakota del Norte.). Consultado el 29 de mayo de 2017, de https://www6.miami.edu/touch-research/Massage%20Abstracts%20New.html
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